lunes, 30 de junio de 2014

Juego Silecioso, Juego Comentado


All I ever wanted
All I ever needed
Is here in my arms
Words are very unnecessary
They can only do harm
Depeche Mode, Enjoy the Silence




Hay gente a la que le molesta el silencio, les incomoda, les hace sentirse inseguros y no pueden evitar romperlo antes de que el pánico les invada (eso es lo que pasaría si esta gente no pudiera articular palabra durante dos minutos (…) El problema es que normalmente esta gente interrumpe el silencio con ruido blanco, sin ningún tipo de información, sin ningún tipo de significado.

El silencio es necesario, al igual que el ruido blanco, al igual que el sonido con alguna finalidad, la de informar o la de expresar sensaciones. Hay que aprender a lidiar con cada momento, pero sobre todo hay que aprender a disfrutar del silencio. El silencio ayuda a pensar, y pensar es bueno, aunque en la tele o en las revistas nos digan lo contrario. El silencio ayuda a estructurar nuestras ideas, a tomar decisiones y priorizar actividades, aunque tengamos que ayudarnos de la agenda o de un cuaderno para ello. Cuanto menos cosas tengáis rondando en la cabeza mejor. Dejad aparcados los problemas y las ideas en cuadernos y vuestro cerebro lo agradecerá.

Seguimos realizando videos para atrisgames, el canal de juegos, donde durante estos meses estivales trataremos de añadir un par de capítulos a la semana (uno por serie). Lo he comentado ya varias veces y lo vuelvo a comentar: Los gameplay se hacen con el afán de entretenerse y entretener, como una alternativa a la programación de la televisión cuando os váis a poner a merendar o a desayunar, o cuando queráis dejar vuestras preocupaciones durante un momento aparcadas. 

Comenzamos con El Diario, que seguirá teniendo su entrada novelada cada semana. La radionovela puede que vaya algo más lenta, pero no la olvidaré. Esta serie está ambientada en un mundo de fantasía (Nirn, Tamriel, Skyrim, para concretar) dentro del género del rol (Un cuarto de siglo nos avalan). 
Por otra parte, para abrir géneros, nos metemos con la ciencia ficción en su apartado estratégico con XCOM Enemy Within.
En El Diario, el gameplay es silencioso, o carente de comentarios, pues ya expliqué que el apoyo narrativo lo quería enfocar dentro de la serie novelada.
En XCOM si que tendréis que lidiar con mi voz, pero no a modo de ruido blanco (eso espero). Iré explicando mis movimientos y decisiones durante la serie.
De esta manera cubro dos géneros, dos estilos de juegos y dos maneras diferentes de enfocarlos.

Tenemos proyectadas varias cosas a lo largo de la semana: las dejo apuntadas aunque no se el orden en el que las haré:

- Agradeceremos a Abdul su trato y nuestra experiencia en la primera compra a través de ebay.
- Escribiremos la entrada novelada de Atris, El errante.
- Subiremos a atrisgames el video de dicha entrada, que será el tercero de la serie.
- Presentaremos un proyecto vectorial, que si no soy vago (…) puede dar para hacer una exposición en algún lado a finales de año (y para muchas más cosas).
Y puede que alguna cosilla más caiga, de momento, me sentiré medianamente satisfecho si os puedo ofrecer lo apuntado durante esta semana.

Mientras, esta misma semana, probaremos el muse de adobe (no se qué sabor tendrá), nos pondremos mayas para hacer ejercicio extruyendo logos, meteremos en vereda a un fenix encabronao y afrontaremos lo que a la vida le apetezca ponernos delante.

Que empecéis la semana con ganas e ilusión.
Y esta noche, antes de que Morfeo os toque al timbre para que os vayáis de cañas, apagad el móvil, tumbaos en la cama boca arriba, respirad cuatro o cinco veces profundamente, llenando vuestros pulmones de aire y luego vaciándolos, de manera lenta, siendo conscientes de vuestra respiración. Caminad hacia dentro de vuestro ser, a ese rincón al que no puede llegar nada, salvo cada uno de vosotros, permaneced allí durante unos minutos, y disfrutad del silencio.


Buenas Noches a todos seáis, lo que seáis...





miércoles, 25 de junio de 2014

Diario de Atris, El Errante. Capítulo I – Entrada II: Descenso a las profundidades de Helgen.




Aunque el rugido de aquel ser seguía helándonos la sangre, parecía estar entretenido con el recibimiento que se le estaba dando en el exterior. Parecía que la torre y el resto de construcciones más cercanas se utilizaban como celdas y almacenes. Al fondo de la sala, junto a una mesa, yacía un colega de Ralof. Este se dirigió corriendo hacia el, pero ya hacía un rato que no se podía hacer nada por el joven. Ralof dedico una breve plegaria al alma de su compañero y tras ello, compartió emociones conmigo. Tampoco el daba crédito a los acontecimientos y la visión de aquel ser procedente de tiempos remotos parecía haber alterado sus nervios. Se permitió ese momento de exaltación antes de volver a lo pragmático, indicarme que me acercara, para liberarme de mis ataduras y seguidamente invitarme a coger las pertenencias de su compañero, dado que no las echaría en falta. Reacio en un primer momento, finalmente me enfundé con el atuendo de los capas de la tormenta. La llave seguía en su sitio, pero en vez de un calzado harapiento ahora eran unas altas y gruesas botas de piel lo que ocultaban el falso vendaje.

No había forma aparente de pasar a las dependencias internas, más allá de la sala donde nos encontrábamos y Ralof comenzó a desesperarse. Podía notar como el hecho de perder la calma no era algo normal en su persona. Las circunstancias que nos envolvían eran suficientemente extraordinarias como para poner nervioso a un nord taimado. Había otras dos puertas más aparte de la misma entrada de la torre. Una de ellas estaba cerrada con llave y la otra solo se podía abrir desde el otro lado de la puerta. Mal asunto. Se escucharon pasos y vimos a la capitana de la guardia acercarse por el pasillo junto a un soldado. Nos pegamos a la pared. Ralof desenfundó dos hachas de mano. Yo preparé mis conjuros de llamas  algo más apartado de la puerta. Fue muy rápido. Cuando me quise dar cuenta, la capitana y el soldado estaban muertos, en el suelo. Mientras Ralof inspeccionaba el cadáver de la capitana, yo hacía lo propio con el del soldado. Su armadura era tachonada, sus botas algo mejores que las que llevaba, los brazales podrían servirme… Según lo pensaba iba despojándolo de sus atuendos. No me sentía cómodo vistiendo como un soldado imperial, pero si me sentía más tranquilo sabiéndome bien equipado, y en ese momento lo estaba. Tomé la espada como trofeo y mientras lo hacía, Ralof me informó que había encontrado una llave. Abrió la puerta que permanecía cerrada y me alentó, por enésima vez en aquel día, para que le siguiese.


Bajamos un nivel, me dio tiempo de ver a unos soldados aproximarse hasta que el techo entre ellos y nosotros se derrumbó. Por un momento temí que no hubiera salida, pero cuando el polvo levantado por los escombros se asentó, nos dimos cuenta de la puerta que teníamos a nuestro costado. Ralof abrió y yo le seguí. Otros dos soldados muertos en cuestión de segundos. Les registré y Ralof me informó que estábamos en un almacén, que tomara todo cuanto creyese oportuno. Las capas de los soldados, algunas pociones, cuencos llenos de sal, un puñado de monedas y una tiza fue el botín que saqué del almacén. Y vino, también tome dos botellas de vino. Pensaba celebrar nuestra exitosa huida de producirse esta. Ralof me esperaba, montando guardia en la siguiente puerta. Abrimos y comenzamos a bajar otro nivel. Se escuchaba combate, magía y metal y nos preparamos para lo que fuese. Llegamos tarde para salvar a una compañera de Ralof, pero justo a tiempo para ayudar a otro compañero suyo a acabar con el carcelero y su ayudante. Tras el combate Ralof se interesó por el paradero de Ulfric pero su compañero no le había visto desde el incidente del dragón. Nos encontrabamos en una habitación con varias celdas. Inspeccionamos la sala, tomamos lo que creímos oportuno y continuamos nuestra andadura, cada vez más abajo. Tras bajar otro nivel y pasar por una pequeña sala de torturas de la que prefiero no acordarme, continuamos la huida. Volvimos a escuchar voces delante. Esta vez éramos tres y el factor sorpresa corría a nuestro favor. Me adelante a mis dos compañeros, corriendo y atrayendo hacía a mí todas las posibles miradas. En un momento me di cuenta que había aceite vertido en el suelo y varios soldados lo pisaban. Al momento esos soldados ardían. La armadura me salvó de varios tajos y flechazos. Esta vez la lucha se hizo más encarnizada. Me quedé sin reservas de mágia y tuve que rematar al último de los soldados con un bastón de escarcha que había recogido de las manos de la compañera de Ralof muerta en las celdas, varios pisos arriba. Al final del combate los tres seguíamos vivos y sin ninguna herida que mereciese ser tratada en el acto. Por mi parte, me pude hacer de un arco de uno de los soldados y una aljaba con un puñado de flechas. El compañero de Ralof se ofreció a guardar la zona, por si venían más soldados imperiales o compañeros suyos huidos. Nosotros seguimos el camino, abriendo una puerta levadiza. A ese punto cada vez se hacían menos visibles las manos humanas en la construcción. Nos adentramos en unas cuevas naturales, siguiendo el curso de un pequeño riachuelo que circulaba bajo la tierra. El techo volvió a sacudirse con fuerza tras nosotros y otro derrumbe hizo que nos separásemos definitivamente del compañero de Ralof. Tendrían que buscar otra salida, y a nosotros no nos quedaba más remedio que seguir hacia delante. El curso del riachuelo quedaba bloqueado al camino a unos sesenta pasos de donde estábamos así que seguimos por otro corredor. No tardamos en darnos cuenta que nos acercábamos a un nido de arañas gigantes. Ralof volvió a adelantarse, le gustaba el combate cuerpo a cuerpo y manejaba las dos hachas como si formaran parte de su cuerpo. Yo tuve la oportunidad de poner a prueba mis habilidades con el arcó, de no muy buena factura, pero bastante efectivo por lo que pude comprobar. Cuando la última de las arañas cayó, me acerqué a Ralof, que guardaba las hachas diciendo, más para el que para mí: «Demasiados ojos, son demasiados…». Me entretuve unos minutos arrancando las vesículas de las arañas y registrando todos los nidos. No era una labor agradable, pero el veneno y los huevos de araña podrían se de utilidad en un futuro. Proseguimos nuestro camino, cada vez más abajo. Volvimos a dar con el curso del riachuelo. Ralof paró en seco y se agachó. Yo le imité. Al fondo de donde nos encontrábamos, un oso cavernario dormitaba. Me aconsejó que pasáramos, pegados al otro lado de la cueva, con sumo sigilo, pero no me pude resistir. El pelaje de aquel oso podría servirme de capa y tenía a un nord de compañero de viaje que manejaba las hachas como no había visto a nadie. El primer flechazo despertó al oso, y tuve la oportunidad de lanzar una segunda flecha antes de que nos localizara y se abalanzase contra nosotros, ya mal herido. Ralof terminó de rematar al animal. No parecía interesado en la piel del oso. Yo no me lo pensé dos veces: despellejé al animal lo más rápido que pude y cuando hube terminado, hice un gesto a Ralof, que me miraba entre asombrado y curioso, para proseguir nuestro camino. No solo habíamos bajado, sino que habíamos dado con un sistema de cuevas naturales y a unos cien pasos del incidente del oso, la luz resplandeciente del exterior se colaba entre las rocas. Habíamos encontrado la salida de Helgen.



jueves, 19 de junio de 2014

Diario de Atris, el Errante. Capítulo I - Entrada I: Las Leyendas no queman aldeas.




Llevaba un buen rato escuchando el sonido del carro moverse, al paso, por un camino que tenía demasiados altibajos. Hubiera abierto los ojos pero, algo me decía que de hacerlo, las nauseas harían acto de presencia. Seguí durante bastante tiempo con los ojos cerrados. Parecía que otro carro nos precediese, el viento movía el aire trayendo olores de pino y cedro. Aquel frescor parecía ayudar a que me recuperase. Escuché aullidos de una manada de lobos en la lejanía, pequeños roedores huyendo a nuestro paso de la vereda del camino y alguna rapaz que no llegué a identificar muy arriba en el cielo. Sentí la presencia de dos o tres personas más junto a mí, sentados en el carro y la presión del cuero sobre mis muñecas: alguien se había tomado la molestia de atarme, como si tuviera la intención o el cuerpo para salir huyendo. Cuando el dolor en la nuca se hizo soportable, abrí los ojos lentamente preguntándome dónde me encontraba.

Al momento todo vino a mi memoria y no pude contener una mueca de maldición. Levanté la vista al cielo justo en el momento que una bandada de pájaros se alejaba. Mis esperanzas parecían marcharse con ellos.

El nord que tenía frente a mí empezó a hablarme con tono amable. Parecía que la mala suerte se hubiese aliado conmigo pues, según me contó, la mayor parte de los que iban en los carros eran capas de la tormenta, a los que  fuerzas imperiales habían apresado en una emboscada. No estaba nada tranquilo el personaje que había sentado a su lado, un ladrón que pretendía robar un caballo y que había elegido el lugar y el momento equivocado para hacerlo. Había otra persona junto a nosotros, sentado a mi lado, atado y amordazado. Sus vestimentas eran de factura noble y sospeché que podría tratarse de algún cabecilla que liderase al grupo que había sido apresado. El sudor frío recorrió por primera vez aquella mañana mi espalda cuando el nord sentado frente a mi pronunció su nombre: «Ulfric Capa de la Tormenta». Estaba sentado a un palmo del líder de la rebelión contra el Imperio, a un palmo del jefe de jefes, del rey de Skyrim. Y lo habían capturado. La cosa no podía pintar peor. Al conocer la identidad del personaje amordazado, el ladrón entró en pánico, lo cual en aquella situación era algo comprensible. Yo no era capaz de asimilar los acontecimientos ni las prontas consecuencias que les suponía. En mi cabeza se repetía algo que el ladrón ponía voz de manera histérica: «Esto no puede estar pasando».

Estaba pasando.

Al torcer en una curva pudimos ver una fortificación bien vigilada por fuerzas imperiales. Supuse que era Helgen. Volvía a maldecir con una mueca al sentirme tan cerca y tan lejos de lo que había venido a hacer a aquellos lares. Abrieron la puerta y cerca de la misma pudimos ver al general Tulio, gobernador militar del imperio en Skyrim. Estaba acompañado de varios thalmor. Algunos elfos buscamos la convivencia pacífica con los demás habitantes de Tamriel, los thalmor no son ese tipo de elfos, y su presencia junto al general era más que sospechosa.

Los carros pararon, nos hicieron bajar y alinearnos en dos filas. A unos metros, un verdugo aguardaba. Comenzaron a pasar revista a cada fila. En la nuestra Ulfric, Ralof, el nord compañero de viaje al que me hubiese gustado conocer en otras circunstancias. Era de ese tipo de gente que nada más verla, sabes que puede convertirse en amigo. El ladrón, cuyo nombre era Lokir estaba desesperado, gritaba proclamando su no pertenencia a los capas de la tormenta y en su último gesto de supervivencia y desesperación, comenzó a correr hacia la puerta de la fortificación. A la orden de un capitán, los arqueros pusieron fin a su carrera y a su existencia. Tras aquel episodio, era mi turno, di un paso al frente, como se me ordenó, y me presenté. Me sentía cansado y dolorido, vestía con unos harapos y no tenía un solo documento que me acreditase como miembro de la Sociedad Geográfica, así que no traté de dar ninguna explicación, sencillamente dije: «Atris, mi nombre es Atris, El Errante». Lo apuntó en el cuaderno un nord vestido con el uniforme de soldado imperial que, mirando al teniente, preguntó qué hacer conmigo. Al parecer no les cuadraba mi presencia dentro de todo aquello, pero el capitán, de sexo femenino, tras lanzarme una mirada despectiva, dio órdenes de que se me ajusticiara como al resto de prisioneros: «órdenes del comandante», dijo.
El soldado con el cuaderno trato de reconfortarme asegurándome que mis restos se enviarían a Bosque Vallen, patria de mi estirpe. No era el momento para dar explicaciones acerca de mis orígenes, así que me mantuve en silencio, agradeciendo con un gesto de cabeza sus palabras.

Mientras seguía al capitán hacia las filas de ejecución un pensamiento, ridículo en aquellas circunstancias, comenzó a rondar en mi cabeza: «Por qué Ulfric, el líder de los capas de la tormenta, era el único prisionero amordazado de los allí presentes?».
El gobernador Tulio se había acercado hasta el lugar, ni rastro había de los thalmor. Se encaró a Ulfric, espetándole que, aunque por aquellos lares algunos le consideraban un héroe, no era propio de ellos usar un poder como la voz para matar al rey y usurpar el trono… No tenía ni idea de qué era lo que significaban aquellas palabras. ¿Matar con la voz? ¿Matar a un rey?. Parecía que una parte crucial de todo aquello me era absolutamente ajena. El gobernador siguió echando en cara a voz en grito otras tantas cosas a Ulfric.
Un sonido lo interrumpió, un sonido que rasgo el aire, un sonido que parecía provenir del cielo, del mismo cielo, no de un lugar en concreto. Todos miramos hacia arriba, pero nadie supo dar con su procedencia. Tras la sorpresa inicial el capitán ordenó empezar las ejecuciones, Una sacerdotisa, junto al verdugo comenzó una salmodia para encomendar nuestras almas a los dioses, pero un instante después de empezar fue interrumpida por un blasfemo capa de la tormenta de cabello rojizo que rogó que se callará, que se dejara de tanta cháchara mientras se adelantaba frente al verdugo, ofreciéndose para ser ejecutado sin más preámbulos, si con ello cerraba la boca a la sacerdotisa. Incluso en aquellas circunstancias, se permitió el último lujo de espetarle al capitán: «Venga, que no tengo toda la mañana». Aquellos nords, o aquellos capas de la tormenta no eran gente de medias tintas, ni siquiera en el último suspiro de sus vidas. El capitán lo arrodilló frente al tocón, el verdugo levantó el hacha y la cabeza fue separada al instante después del tronco. Tras unos segundos de silencio hubo un choque de blasfemias, maldiciones y juramentos entre los capas de la tormenta y algunos de los soldados imperiales. Miré hacia Ralof, que en ese momento dedicaba unas palabras a su amigo. Los gritos se fueron diluyendo y el capitán dio la orden de ajusticiar al siguiente prisionero: El elfo del bosque.

Otra vez el cielo gimió, un lamento o un grito que parecía proceder de nuevo de todo el firmamento hizo que volviésemos a levantar nuestras cabezas. El capitán llamó al orden y me volvieron a instar a adelantarme para que el verdugo me presentara a su novia. Hice lo que se me ordenó, y me arrodillé. Me acordé de la familia y de los amigos, de las islas, de momentos buenos y momentos malos en mi vida. Todo parecía transcurrir muy lento. Reposé la cabeza en la piedra, mojada con la sangre del primer ejecutado. Y vi al verdugo dar un paso al frente y alzar el arma. También vi a una criatura gigantesca y bestial aparecer sobre unos riscos cercanos, aproximarse volando hasta nuestra posición y aterrizar sobre la torre que había tras el verdugo. El caos ya se había apoderado de todos los allí presentes. El estruendo de aquella bestia posándose sobre la torre, desequilibró al verdugo, y un instante más tarde, tras un bramido de espanto, estalló sobre nosotros una tormenta de roca y fuego.

Sabía lo que acababa de ver, pero no podía dar crédito a mis ojos. Hacía siglos que no se veía uno.

La voz de Ralof me hizo reaccionar. Alcé la mirada y le vi, y tras el, aquel torreón. El miedo, y con el mi instinto de supervivencia, volvieron de repente, dándome fuerzas para levantarme y emprender carrera hacia el torreón siguiendo a Ralof. Entramos y alguien cerró las puertas. En el suelo, varios capas de la tormenta mal heridos y junto a la puerta Ulfric, con gesto serio y oscuro. Ya no estaba atado ni amordazado, su figura era imponente. Ralof se dirigió a su jarl, preguntando si eran ciertas las leyendas, a lo que el jefe de jefes espetó: «Las leyendas no queman aldeas».
Aunque apenas audible en ese momento, entre los gritos de los soldados, las rocas cayendo, el rugido de aquella bestia y los gemidos de los heridos, aquella frase se grabó en mi cabeza a hierro. Ulfric dio órdenes de subir hasta las almenas de la torre. Empezamos a subir pero hube de para en seco cuando la pared que había a no más de seis pasos de donde me encontraba estalló, llevándose consigo a un pobre capa de la tormenta. Del agujero en la pared, apareció la cabeza de la bestia. Sentí cómo aquel ser tomaba aire de forma rápida y profunda y, tras ello, el fuego y un profundo dolor de cabeza por el aumento instantáneo del calor. Si hubiese estado dos escalones arriba, no estaría contando esto. La cabeza desapareció y se escucharon unas gigantescas alas alejarse. Seguimos subiendo hasta donde pudimos, ya que la pared derrumbada impedía llegar a las almenas, me asomé al hueco y Ralof conmigo. Me señaló una construcción pegada a la torre. Gritó que saltara, que ellos me seguirían. La bestia seguían en el aire y por un momento me quede bloqueado. Me sacó de ese estado el grito de Ralof, insistiendo en que saltara, y así lo hice. Cuando me di cuenta que seguía atado de manos era demasiado tarde, la caída fue más dura de lo esperado, si lograba sobrevivir de esta, al día siguiente tendría un cardenal inmenso en hombros cadera y nalgas. Me levanté como pude y seguí corriendo, dentro de una sala sin techo. No veía escaleras, así que volví a saltar por el hueco que quedaba entre varias tablas del suelo al piso inferior. Esta vez con más cuidado y más suerte que la vez anterior. Estaba cerca de la puerta principal de la fortificación si mi memoria no me fallaba, así que salí corriendo de los cuarteles en dirección a ella. Un niño estaba petrificado en medio del camino, mirando al cielo. Sentí lástima por el, pero no tenía intención de pararme. No la tenía pero lo hice. Una figura alada y enorme descendió del cielo y aterrizó delante de mis narices, así que volví sobre mis pasos lo más rápido que me fue posible. Una voz grave gritaba mientras tanto al niño que se apartase, reaccionó y tuvo el tiempo justo para resguardarse antes de que la bestia hiciera arder la posición donde segundos antes se encontraba. El nord que había apuntado nuestros nombres hacía unos momentos que parecían tan lejanos acababa de salvar la vida al chiquillo. Dio órdenes a un hombre para que se quedara a cargo del muchacho y me miró: «No te alejes mucho de mí si quieres seguir con vida». No tenía intención ninguna de desobedecer, así que nos pusimos en marcha.


Nunca había visto a nadie carbonizado, hasta ese día. Había varios magos lanzando proyectiles ígneos, y arqueros que hacían lo propio en tierra y almenas, pero también había heridos y muertos. Parecíamos dirigirnos hacia la torre de homenaje de la fortificación. Cuando llegamos al patio de la misma volví a divisar a Ralof. Esta vez iba armado con un hacha de mano. Mi guía y el cruzaron unas palabras ásperas, pero en ningún momento adiviné intención de enfrentamiento entre ellos. De alguna manera acordaron que mi guía quedaría ayudando a los suyos y Ralof se adelantó hasta la misma puerta de la torre, instándome a seguirle. Todo sucedía muy rápido. La bestia embestía desde el aire, tomando soldados con sus garras y soltándolos al vació una vez remontaba el vuelo. Volvió a tomar tierra y me quedé mirando cómo deacapitaba a dentelladas a todo soldado que se acercara demasiado. Ralof, por enésima vez, me insto a que me metiese dentro de la torre. Solo le hice caso el momento que aquel ser remontó el vuelo. A un par de pasos de la puerta sentí algo bajar del cielo justo a mi espalda. Me giré y allí estaba de nuevo la criatura. No recuerdo bien cómo logramos abrir la puerta y entrar dentro de la torre, pero lo hicimos. Mi corazón latía desenfrenadamente, un gran dolor me recorría todo el costado derecho, el sudor perlaba mi frente y el miedo se había apoderado de mis entrañas. Pero estábamos vivos…



viernes, 13 de junio de 2014

Ruido Blanco, juegos y diarios

Bastard son, your saving grace
Left alone I've found my place
I find love in what I steal
You should of let me rest in potter's field.

Anthrax, Potter's Field,
del álbum Sound of White Noise.





Buenas Gente!

Mientras hacía el último videotutorial para el canal de youtube, no dejaba de acordarme de un álbum de Anthrax, quizá no el más aclamado, pero si el más querido por un servidor. El álbum en cuestión es el Sound of White Noise. En serio, si no lo has escuchado nunca, cuando tengas un par de horas que te puedas tumbar en la cama sin cosas a las que atender, pónlo a un volumen medio alto, sin pasarte, y disfruta.
Los 90' trajeron grupos y álbumes de lo más grande que se ha hecho en la historia de la música y algunos tuvimos la suerte de estar en el ajo, que nos quiten lo bailao. Dejemos un momento el tema musical, que da para mucho pero divagaríamos demasiado y no es el momento.

Pues eso, que ya está colgado un nuevo videotutorial, pero que no sirva de precedente esto de que cada semana haya uno, que nos conocemos. A disfrutarlo mientras haya.

Por otro lado hemos terminado el prólogo del Diario de Atris, El Errante. Aún falta radionovelar la tercera entrega, pero las otras dos las podéis escuchar ya en el canal de ivoox. Ivoox es muy grande, os recomiendo, si no lo habéis hecho ya, que busquéis temás que sean de vuestro interés porque hay pocast alojados en esa plataforma muy muy buenos. En vez de tragaros lo que pongan por la tele, es una muy buena opción: Descansad un poco la vista y retomad la escucha, ya sea de música o de podcast. Sobre todo si os pasáis media vida delante de un monitor, vuestros ojos lo agradecerán.
Comenzaremos en breve el primer capítulo del Diario, y con el, tendremos un nuevo formato: el gameplay. Para ello he creado un canal específico en youtube, donde comenzaré a colgar este tipo de formato. Estrenaremos canal la próxima semana.





Por si alguien está algo perdido, vamos a ponernos en situación: la historia que ya he empezado a contar, esta basada (vivida en parte) en las aventuras que se desarrollan dentro de The Elder Scrolls V: Skyrim, el juego que vió la luz en 2011 gracias a Bethesda. 
Estamos en 2014 y todos, o la inmensa mayoría, de los problemas o bugs que existían al principio a la hora de jugar se han resuelto. No solo se han resuelto, sino que gracias a la comunidad de modders (gente que hace y/o consume modificaciones para el juego) la cosa se ha mejorado y enriquecido bastante. Así que este era un gran momento para empezar a jugar, a pesar de las justas especificaciones técnicas de mi máquina a la hora de jugar todo a ultra.

Por lo tanto, el Capítulo I arrancará en el inicio del juego. El prólogo ha sido el calentamiento y la intro para ponernos en situación. Pero la naturaleza de los formatos es diferente y el contenido, o el modo de presentarlo, también lo será. Los gameplays no serán narrados y mis comentarios serán mínimos, acercándose más a la forma natural de jugar que tengo que a una retransmisión de lo que está pasando, que en la mayoría de las veces, no creo que haga falta narrarlo, cuando vamos a verlo diréctamente.
Estuve pensando en editarlo, de hecho tengo pruebas realizadas, pero finalmente he decidido que no es el modo, que me llevaría un tiempo del que no dispongo. (lo digo sabiendo de lo que hablo, porque hasta hice pruebas grabando diferentes tomas para poder tener las pistas de voz, música, ambiente por separado) pero no. De esa manera el juego lo terminaría mi nieto.
Antes que las pruebas de grabación realicé pruebas de juego, para ver si era un juego para mí. Lo digo no por la temática, que me encanta, sino porque soy un jugador raro (podemos eliminar lo de "un jugador" y la afirmación seguiría siendo válida). Por una parte soy zurdo y en este juego no puedo configurar la parte numérica del teclado como hago en otros, primer problema. Por otra parte llevo 15 años usando tableta en vez de ratón para todo, incluso para jugar, pero en este juego no se puede usar de manera apropiada la tableta. Vamos, que estoy obligado a usar una combinación de teclado que nunca había usado antes y un ratón, que ponte tu a manejar un elemento que llevas 15 años sin tocar… Bueno, pues el juego ha hecho que "supere" estas trabas iniciales y ahora, aunque sigo siendo bastante manco en general (eso no tiene que ver con ser zurdo o con usar tableta sino conmigo) nos desenvolvemos de una manera que nos permite disfrutar del juego, que es de lo que se trata.
No es necesario y no se si es recomendable, que sigáis las tres cosas (por salud mental seguro que no es recomendable) porque aunque el hilo conductor es el mismo, la forma de acercarnos a la historia desde cada medio será diferente. Un aviso para navegantes que podéis tomar u obviar.
La belleza gráfica del juego es tal, que en muchas ocasiones durante las pruebas me vi parado en lo alto de una montaña contemplando el paisaje. Espero que, aunque muy justa para grabar, la calidad de lo que suba sea suficiente para poder compartir esos momentos con vosotros.
Lo que finalmente me llevo a tomar la decisión de grabar un gameplay fue un momento muy concreto en el juego en las etapas iniciales (por lo que no es spoiler) donde, yendo hacia un lugar, tuve que pasar por una zona montañosa que muy posíblemente fuese el nacimiento de un río. Allá, en la cima de esas montañas, había un paraje con una pequeña cascada y un estanque. Había en aquel lugar una criatura, que (tal es el grado de inmersión que para mí representó) parecía estar guardando el lugar, como un espíritu elemental una dríada o algo similar. En ese momento, aunque a nivel de juego era completamente innecesario, y bastante absurdo, tuve la idea de dejar un pequeño tributo, un plato con algunas de las flores recogidas durante los viajes y algunas frutas, como muestra de respeto y como señal que mis intenciones en aquel lugar no eran malas… cada uno es libre de pensar lo que quiera.

Tomad el gameplay como una alternativa a la compañía de la tele mientras estáis comiendo o merendando, no pretendo más que divertirme, poder rememorar momentos dentro del juego y poder compartir con quien pueda gustarle el formato esos momentos. No hay mayor pretensión.

Gracias a empezar a jugar, comencé a pensar en novelar la historia, y del relato escrito al relato en voz hubo un paso…bueno, así empezo un poco todo este experimento. Habrá entradas noveladas que no aparecerán en el gameplay, porque se me ocurren cosas, que no puedo grabar en el juego. Así que todo se complementa y retro-alimenta.

Y creo que este era todo el rollo del que quería hablar en esta entrada… gracias a radionovelar el relato he usado el efecto del que os hablo en el videotutorial y en no mucho tiempo, empezaremos a trastear para poder introducir mis propias creaciones dentro del juego, que será, además de un modo excelente de diversión, la excusa perfecta para trastear con tantas cosas a las que me apetece hincarlas el diente.

Ahora si que si. Pasad buen finde y a la vuelta tendré más cosas que contaros.




Buenas Noches a todos, seáis lo que seáis...






lunes, 9 de junio de 2014

Diario de Atris, El Errante - Prólogo - Entrada III: Hacia nuevas tierras

La misión que me habían asignado como miembro de la Sociedad Geográfica era, como ya os dije, de «primera línea». La localización: 
el reino de Skyrim.

Skyrim se encuentra al norte de Tamriel. Es un lugar bastante inhóspito y peligroso. No hay que dejarse engañar por sus magníficos paisajes, En cualquier momento y lugar nos puede acechar cualquier alimaña en el camino, y si nos aventuramos a salir de las sendas transitadas, cosas peores que alimañas nos asaltarán. Pero el mayor peligro de todos los existentes en Skyrim es el frío. Ni sumando todas las muertes por ataques de animales, asaltantes o cualquier criatura que podáis imaginar, se acercan siquiera a las muertes que causa el frío. Skyrim es tan bella como mortal, la quintaesencia de lo sublime.
Y un dato más, por si, con lo contado hasta ahora, aún no os parece un lugar encantador: Existe una guerra civil entre el Imperio y los Capas de la Tormenta, un movimiento con base en la capital, Ventalia. No me dieron mucha información sobre ello cuando me enviaron aquí aunque, ahora que escribo estas palabras, alguna cosa conozco más acerca del conflicto. Pero no adelantemos acontecimientos…




Mi primera intención era entrar en Skyrim por la frontera de Hammerfell, siguiendo el camino hacia Falkreath; una vez allí, pedir consejo acerca de la ruta más segura hasta Carrera Blanca, localidad a cuyas afueras se encontraba la casa que ponía a mi disposición la Sociedad Geográfica. A una semana de llegar a Skyrim, cambié de planes al cruzarme con diversos viajeros que me dieron información acerca de la muy diversa y peculiar flora de los riscos de Paso Pálido, así como la ausencia de criaturas peligrosas por aquella ruta hasta llegar a Helgen, si no me salía de los caminos y las sendas. Desde Helgen a Cauce Boscoso no hay mucha distancia, y desde Cauce Boscoso a Carrera Blanca los caminos, según tenía entendido, eran bastante seguros por el día.

Estando bien aprovisionado y a medio día de la frontera, unos ladrones me asaltaron, despojándome de todas las provisiones y las pieles, dejándome tan solo con unas vestiduras harapientas y con mi vida. Di las gracias por ello y continué mi andadura sin mirar atrás. Ya cuando el sol se ponía, me senté en una roca y me descalcé. Sabía que estaba allí, porque pude sentirla a cada paso que daba, pero necesitaba contemplarla. Sujeté con fuerza y veneración la llave sobre mi pecho.  Llevaba bajo mi pié izquierdo, atada a modo de vendaje, desde hacía dos noches, donde un extraño sueño me hizo tomar tal extraña medida. No estaba todo perdido. Si encontraba una cabaña de algún cazador, una pequeña aldea donde cobijarme esa noche donde me ofrecieran un caldo y una manta junto al fuego, podría seguir hacia el hogar que tanto ansiaba. No se de quién fue la idea de enviar los sellos y los escritos que me permitirían identificarme como miembro de la Sociedad Geográfica al mismo buzón de la casa, pero sentí ganas de besarlo apasionadamente en la boca por tan brillante idea el día que el destino nos juntase. Volví a vendarme la planta del pié con la llave entre los pliegues y continué andando, con paso raudo y firme.
Aquella noche en la que crucé la frontera y pisé por primera vez Skyrim, Masser se recortaba en el cielo con la apariencia de una cínica sonrisa. Parecía que la gran luna roja se mofara de mi suerte.

Hoy sigo pensando que así era pues, a los pocos minutos en las tierras de los nords, unos gritos me alertaron de un peligro cercano, el cual traté de evitar con la sofisticada estrategia de poner rumbo contrario. No habría dado tres pasos cuando un golpe seco en la nuca hizo que una punzada de dolor me recorriese toda la espalda y que mis ojos, cerrados, fueran capaces de ver tantas estrellas como había en el firmamento. Al instante después, silencio y oscuridad.


Y así es, queridos amigos, como empieza realmente esta historia.