martes, 20 de mayo de 2014

poetas y Poetas

La resignación es un suicidio cotidiano.

Honoré de Balzac, nacido un 20 de mayo de 1799.





Cuanto tiempo amiguitos!
Pues no, ni muerto ni de parranda. Liado en diversos menesteres. Llegará el momento de irlos desvelando.

Entre estos trabajos, algunos lo sabéis y otros no, está la maquetación de libros. Una pregunta que temo es la que, de manera natural, mucha gente me hace cuando les digo que me dedico a maquetar libros: «¿Y qué hace un maquetador?». Me siento un poco como cuando le preguntan a Matthew Carter a qué se dedica y responde que es tipógrafo.

Sin querer sentar una definición dogmática, digamos que mi trabajo, como maquetador, consiste en trasladar el manuscrito del escritor, con las debidas correcciones realizadas de antemano, al formato final en el que se publicará el libro, haciendo que el resultado final respete las normas estructurales tanto del formato, como las dadas por el escritor, tratando también de facilitar la lectura del que se acerque a dicho producto, pero sin que se pueda siquiera sospechar que a cada página que se pasa de la obra, yo ya estuve allí.

Un problema que me suelo encontrar es que algunos escritores, sobre todo algunos poetas, no tienen un mínimo de «mirada de arquitecto» necesaria para que, la visión que tienen de su obra, se traduzca con la mayor exactitud posible en el producto final.

Existe una leyenda urbana (o no…) de cierta misión a Marte en la que trabajaron dos laboratorios, uno encargado de la programación de los sistemas de lanzamiento y navegación, el otro de la construcción de la sonda. Ambos punteros en cada una de sus áreas. El resultado final de la misión fue que la sonda se pegó una hostia padre contra la superficie marciana porque alguien se olvido de consensuar si debían trabajar en el sistema anglosajón de medidas o en el sistema métrico internacional… epic fail.

Cuando los arquitectos trabajan sobre los planos, los realizan usando una serie de medidas, escalas y proporciones que luego se ven reflejadas en la construcción préviamente planificada. Las medidas, escalas y proporciones son importantes y se le dan la pertinente importancia, pues se sabe que, en el mejor de los casos, un error hará que la obra final, no refleje fielmente la visión del arquitecto, y en el peor de los casos, que dicha construcción se derrumbe.

El poeta ha de conocer el entorno que le rodea, las partes del proceso que harán que la obra refleje fielmente su visión. No es necesario que se convierta en un experto en cada parte del proceso, pero ha de tener una visión general del mismo. Excusarse en la idea absurda y pueril que algunos tienen del artista como figura ajena a la realidad puede que les sirva a aquellos que quieran vivir en el mundo de la piruleta (o de la pandereta). A mi no, desde luego. Uno tiene sus raices y sabe que los verdaderos artistas se toman muy en serio las partes del proceso. ¿O pensáis que Miguel Ángel encargaba los bloques de mármol por Amazon?. No señores, el tito Buonarroti se pegaba sus viajes a la cantera para seleccionar el material que mejor se adaptaría a su trabajo y hablaba con los maestros canteros sobre el corte más adecuado, la manipulación y el transporte del mármol hasta su estudio. Sabía que ello beneficiaría al resultado final de su obra, y tomaba como otra parte más de su trabajo de Artista (de los de verdad) implicarse en las partes del proceso.

No le pido al poeta gran cosa: si le he de suponer sensibilidad, también he de suponerle empatía.
Empatía y un poco de sentido común.

Cuando crees tu obra, piensa en medidas escalas y proporciones. Piensa. Si tu obra se publica en un formato concreto, adapta las proporciones. Si usas el word para escribir esas líneas y te has esmerado en el tamaño y equilibrio de los versos y estrofas, usa un formato que se asemeje al que sostendrá finalmente tu idea. ¿Por qué escribes en A4 si el formato más semejante en el que, casi con toda seguridad, se va a publicar tu libro es A5? Si no sabes cómo se cambia de formato en el medio en el que trabajas, ten el interés de preocuparte por ello, por el bien del resultado final de tu obra. Seguro que te parecería absurdo que un piloto de carreras no supiese cambiar de marchas.

...Its so easy but I can't do it...


Como maquetador, cuando tu verso no quepa en una sola línea, porque no te has preocupado de usar el formato adecuado en el archivo original, me resultará muy sencillo solventarlo: paso lo que no cabe a otra línea ayudado de cierto espaciado y un símbolo.

Pero como lector, es muy probable que, a la tercera vez que me encuentre eso en tu libro, me hayas perdido. Y no están las cosas como para perder lectores, creo yo.

Puede que parte del problema de que el mercado del libro esté de capa caída, es que no se cuida el punto de vista del lector cuando está disfrutando la obra (o tratando de hacerlo). Se me viene a la cabeza otro moodkiller : el uso de 3 o 4 notas en la misma página (porque así lo indica … quién) que, como lector, son capaces de sacarme de la lectura. Sería como estar fornicando poniendo cuerpo y alma en ello y que la pareja se acordase, en ese preciso instante, de recordarte que ese fin de semana habéis quedado a comer con los suegros… lo mismo te saca un poco del momento; y si, al instante después (la siguiente página) te recuerda también que tendríais que comprar unos pasteles para el café, puede que se te pasen las ganas de cabalgar durante una larga temporada, al menos con quien no sabe esperar al momento adecuado para explicar ciertas cosas. El lector no es imbécil y hay una cosa que se llama glosario, que no serás el primero en usar con resultados positivos, que se puede poner al final del libro o al final del capítulo. Deja al lector que disfrute y luego ya se preocupará de atender a esas cosas que te ha parecido interesante puntualizar, pero no le saques de la lectura… está feo.

¿A dónde quiero llegar con todo esto? Con el último parrafo a que se piense en el lector. Con el resto de la entrada también, pero sobre todo, a que el escritor, escriba en prosa o en verso, trabaje en las mismas unidades en las que su obra se lanzará al espacio.
¿Quiero decir con ello que solventaremos todos los problemas escribiendo en A5 en vez de en A4? No.
Quiero decir que resolveremos muchos posibles problemas con el mero gesto de cambiar de formato, y que tu visión, escritor, poeta, se verá reflejada con mayor exactitud en la obra final.

No me resigno a tener poetas cuando puedo tener Poetas.



Buenas noches a todos, seáis lo que seáis...




No hay comentarios:

Publicar un comentario